domingo, 12 de septiembre de 2010

Desilusión

No es tu culpa, pero ahora no puedo evitar el desprecio.
Una adolescente comprando melodias, lista para cantar los mas grandes versos.
Bastardeando la palabra, sos sentimiento sin alma.

Abrís ventanas y entra demasiada gente.
Y así no te quise regalar mas nada.
Bailarina de caja musical, te fuiste lejos.

martes, 16 de marzo de 2010

Desde dentro hacia fuera

En el largo camino enfrentando la finitud, hubo un tiempo donde creí que había alcanzado un estado singular donde la presencia de la muerte no angustia. Creia que como la vida no tenía mayor significado ni reglas que seguir, la muerte podía enfrentarse de un modo racional de manera tal de no sentir angustia por su presencia. Estaba convencido, luego de aceptar mi finitud como algo natural, que la angustia no tenía lugar. Creia estar en ese estado singular pero la negación no me quedó cómoda y tuve que aceptar que estaba equivocado.

Tiempo atrás mi tia abuela moría de cancer, dos meses agoniozando y no fui a visitarla. Yo despreciaba a quien no pudiera enfrentar la muerte, y disgustado por el dejarse estar de ella, no fui a verla. Luego de su muerte la contradicción no pudo esconderse más. Pensaba que era lo suficientemente lúcido como para no sentir angustia ante la muerte pero no pude enfrentar la decisión de un ser querido que hubiese preferido verme antes de morir. El arrepentimiento vino luego con la aceptación de que la angustia seguía presente. Hablar con un ser querido antes de su muerte fue algo que evité, y habiendo tomado muchas decisiones de las cuales me he arrepentido, esa fue la única que no voy a poder remediar.

Lo que sigue en pie despues de esa experiencia y a pesar del paso del tiempo es que yo, como otros, quiero elegir el dia para mi muerte y tampoco me puedo imaginar agonizando de una enfermedad terminal. Ultimamente tengo ciertas visiones sobre lo que sería un suicidio y de lo que me doy cuenta es que es un acto que no podría decidir con la razón. Tendría que haber una pena incontrolable y omnipresente que induzca el acto. Es decir que el suicidio fluye desde el alma y es incontrolable. No es algo que se pueda decidir o no, sino sólo anticipar y sentir, aceptar, resistir o dejarse llevar.

miércoles, 24 de febrero de 2010

Historia Doblada


Leandro Alem, probablemente enfermo, deja una carta antes de suicidarse (ver aquí). "Que se rompa pero que no se doble" dice. Además aclara: "En estos momentos el partido popular se prepara para entrar nuevamente en acción, en bien de la patria (...) yo mismo he dado el primer impulso, y sin embargo, no puedo continuar. Mis dolencias son gravísimas, necesariamente mortales."

Buscando información histórica encuentro llamativo como no se menciona siquiera la posibilidad de que este luchador haya enfermado gravemente, a pesar que en su breve carta lo anuncia explícitamente. Sin embargo no sorprende semejante omisión ya que sus enemigos lo quisieron aislado y derrotado por sus propias ideas.

Moraleja: Si intentás una revolución que no se llega a consumar y tenés enemigos hasta en tu propio partido, no es oportuno enfermarse. Pero si así sucede y decides quitarte la vida antes de entrar en agonía, entonces escríbelo bien claro y repítelo varias veces porque van querer enterrarte junto con tus ideas y derrotado por tí mismo.

lunes, 8 de febrero de 2010

El reino de los ciegos


Desde pequeño me costó ubicar la felicidad. Un lugar del que se oye mucho hablar y siempre me costó encontrar. Yo también quería ir a ese lugar que parecia tan importante para todos, pero supe decir primero donde no estaba: en la soledad, en un hombre sin hijos, en un hombre en silla de ruedas, en un ciego, y me atreví a señalar a muchos hombres. Con más edad me sorprendieron otros lugares: donde se reproduce la abundancia, donde está prohibido decir. Y en seguida me di cuenta que la felicidad no estaba donde Dios, porque a él no le gusta que las cosas se digan. Luego miré a mi familia, que parecia haber fracasado en la busqueda, y ahí dudé que ese lugar existiera pero tanta gente aseguraba haber estado en un lugar así que pensé que podía estar cerca. Entonces ví en los niños esa sonrisa pura y me parereció encontrar algo, pero era un tanto ingenua, no podía depender del tiempo eso que estaba buscando.
Al mismo tiempo que seguía descartando lugares comencé a dudar de los que ya había dado por vacíos y me pregunté: ¿Porqué un ciego no podría encontrar el lugar si yo había visto todo y sin embargo no lo había encontrado?. Algo no cerraba en este asunto y quedó sin resolverse por mucho tiempo.


Se suele pensar hay sucesos que moldean a un ser humano, los que se eligen y los que no. Y al mismo tiempo que finalmente encontré eso que llaman felicidad descubrí sucesos que no moldean sino que quiebran, comprendiendo así que la felicidad se sostiene de hilos tan finos que basta el estruendo de una puerta para que se corten y no se vuelvan a unir jamás.

Nadie debió haber escrito sobre eso

Ser especial, hacer algo nuevo, decir una palabra distinta, ser alguien diferente. Así espero el mañana. ¿Quién podría decir que no está bien sentirme así? Sin embargo alguien lo debe haber dicho y hasta quizás habrá dejado su argumentación por escrito. Pero en ese caso, el primero que lo haya hecho fue diferente y no debió decir nada al respecto, y los demás lo copiaron o lo dijeron de formas distintas de tal forma que tampoco valía decirlo.
La pulsión de la creación recorre a algunos, insatisfechos con lo establecido, querrán leer los diarios del futuro, escribirlos, o quizás modestamente se dirán a sí mismos algo nuevo para esquivar la fatiga. Y está bien sentir así. Lo otro es la repetición, una cripta muy oscura reservada para el ser humano que atiende sus asuntos.

De este lado del borde de la muerte


Hay gente que dice que estuvo al borde de la muerte y que eso la ayudó a reflexionar ciertas cosas. Dicen que se puede repensar muchas cosas luego de una experiencia así.
Pero yo no necesito pasar por esa situación. Solo quisiera poder decir, algún maravilloso dia, que estuve muerto. Que hubo años donde perdí el registro de los sucesos, que pude enfrentar situaciones límite sin emitir un suspiro y sin agitar el corazón, que hubo un tiempo en que fui un frio ejecutor, un imaginario verdugo de seres deleznables, y que en cada dia de esos años amanecí sin vida, sin amor por tiempo indeterminado.
Hoy tengo el tiempo del que no tiene tiempo y es todo para mi, solo para mi.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Perdiendo

No es mi intención disfrutar escribiendo sobre la derrota porque la detesto, trato de evitarla a toda costa y cuando intuyo que puedo perder suelo no jugar. Pero acá jugue fuerte, arriesgando como nunca, exponiéndome al alcance de una pérdida dolorosa, y así fui ganando espacio sobre un territorio desconocido, dando el máximo pensando que podía verme visto a retroceder en cualquier momento. Por eso estuve atento, y cuando comenzaron a alejarse algunos objetivos me vi perdiendo influencia.
Y justo después que imaginé todo bajo control, empecé a perder claramente. Fue primero evidente para mi con las decisiones que tomé cuando me sentí inseguro y fuera de control y luego aún mas claro cuando volvieron como un duro golpe.
Ahora las alarmas suenan a derrota irreversible, un momento de furia, impotencia y soledad, y luego un vacío que se tranforma en espera, en deseo de llenar nuevamente esas ganas de avanzar.
Mientras tanto escribo para iluminar ese vacío que no se llena con palabras. Además, qué otra cosa podría hacer ahora si ya peleé dando todo contra varios enemigos, tratando de conquistar un territorio que parece no estar destinado a mi.
Ya no se trata de ganar o perder sino de retirarme o no a tiempo para dar otra batalla lo antes posible, porque me aterra tener que arrodillarme pero tambien me aterra no pelear hasta el final.
Lo único claro es que quiero un nuevo territorio, temprano o tarde o moriré intentando.