viernes, 27 de marzo de 2009

Informe sobre ciegos: Ernesto Sábato 2

Decía que Sábato realizó erráticas intervenciones políticas. Para muestra de ello hay un trabajo interesante en ésta revista (acá). El autor del artículo pregunta y sentencia: "Cómo es posible tolerar la hipocresía y el doble discurso que manejó Sábato desde siempre, acomodándose de la forma más ruin.”

Defender a Sábato de la acusación de hipócrita es un trabajo difícil ya que trabajó mucho para que nadie lo entienda. Pero de ninguna manera es alguien que haya buscado acomodarse sino todo lo contrario. En diversas oportunidades Sábato renunció a privilegios como cuando estuvo en uno de los insitutos de Ciencia más importantes del mundo (MIT) y renunció a su carrera para dedicarse a la literatura habiendo publicado hasta entonces nada al respecto. También cuando acomodado en la revista El Mundo durante la “Revolución Libertadora” rápidamente renunció denunciando torturas del nuevo régimen haciéndose un replanteo del peronismo, autocrítica, y de paso para no perder amigos influyentes, en 1957 “boludeó” públicamente a un analfabeto político Borges:

“Ignoro por cual de los dos métodos se inclina José Luis Borges en sus últimas investigaciones históricas. Si se pronuncia por el determinismo sería absurdo que se enoje con Juan Domingo Perón y con las masas descamisadas; filosóficamente tan absurdo como si se enojase con la piedra movediza de Tandil por haberse venido abajo. Si se pronuncia por el libre albedrío (absoluto, como plantea él el dilema), debe concluir que cualquier hombre en cualquier circunstancia puede hacer lo que quiera y por lo tanto es omnipotente; en esta alternativa las cosas se pondrían muy feas para Borges porque cabría preguntarle -y hasta en forma amenazante- porqué permitió él la existencia de Perón. Tal vez en ese caso y ante una amenaza tan brutalmente fáctica, se vería obligado a decir, con una mesurada dosis de razón, pero mortalmente para su doctrina, que él sólo por sí solo, por sí solo y a pesar de toda su voluntad y aún de su buena voluntad, era incapaz de derribar a Perón; debería admitir, en fin, que la historia argentina entre 1945 y 1955 obedeció a una curiosa mezcla de voluntad de Borges y de situación histórica, incurriendo, por lo tanto, en los más bochornosos extremos de su teoría del hibridaje”.

Sábato no cambió de opinión en cuanto a su visión del mundo a lo largo de los años, aunque tuvo tiempo para hacerlo, esto se debe principalmente a que los problemas que menciona en su libro Hombres y Engranajes no cambiaron desde la segunda guerra mundial hasta hoy.

El problema de Sábato es la política en los países tercermundistas. Luego de su desilusión por por el devenir de la Revolución Rusa, pierde la brújula e inventa una que no le va a funcionar bien durante el resto de sus dias. Sábato reniega del capitalismo de mercado y también del de estado. Eso lo lleva a ver fantasmas pro Rusos en muchos lados y demuestra escepticismo ante los revolucionarios comunistas locales, incluso ante la Revolución Cubana salvando las figuras de Fidel Castro y elogiando a Guevara especialmente. Cómo no salvar a Castro si su principal crítica hacia Perón por esos días era que en 1955 no se quedó a combatir con el pueblo.

Entonces una característica de Sábato era el desencanto con los revolucionarios marxistas que asomaban la intención de instaurar un capitalismo de estado. Este pensamiento lo dejó afuera de participar activamente o “incondicionalmente” como él decía.

Por otro lado Sábato no desconocía el papel que jugaba como “comunista arrepentido” en los medios de comunicación pero él prefiría participar independientemente del medio que lo convoque y así era usado. Veamos lo que dice de sus publicaciones en la revista Gente a principios de los 70:

“... lo que publico sea donde sea, lo firmo con todas las letras”

“es una revista popular como cualquier otra”

Mientras él decía lo que pensaba le hacía el juego al enemigo, siendo esto reconocido por él, lo que lo llevaba a cuidarse de la tergiversación de sus dichos y a veces, imposibilitado de evitarlo, evitaba declaraciones. Pero tenía una tendencia a creer que los medios de comunicación y mismo la sociedad lo valoraba como pensador anarquista. Para ver hoy en Sábato un anarquista, hay que hacer mucho esfuerzo ya que a veces su razonamiento sobre la sociedad en general, por momentos no fue demasiado acertado. Veamos un ejemplo, en 1971 dijo:

“...usted habló de una necesidad compulsiva de Bs. As. que impide a los escritores expresarse. Pero ¿Quién impide a un muchacho que nace en Bragado, pongamos, escribir sobre la realidad de Bragado y ser un escritor genial? Lo que pasa es que genios no nacen todos los días, y sería muy raro que mañana nazca uno en Bragado. Siempre es raro que nazca un genio. Pero si nace no le quepa ninguna duda que nada le va a impedir escribir una novela genial: es su falta de genio, qué le vamos a hacer.”

Éste último comentario sería mas propio de un Borges que de un anarquista.

Por último, en sus últimos años compatibiliza su pensamiento con el cristianismo de los evangelios y esto es lo menos surrealista que podría haber hecho. En “El Túnel” dice:

“Hasta un hombre, real o simbólico, como Cristo pronunció palabras sugeridas por la vanidad o al menos por la soberbia”.

A mi me parece bastante estúpido este mensaje aislado ya que si Cristo no existió entonces no pronunció ninguna palabra, entonces otro hombre escribió sus palabras y este último no tendría ningún valor extraordinario.

En el año 1990 se casa con la bendición de sacerdotes de la Iglesia Católica y en “Antes del Fin” concluye: "es desde una actitud anarcocristiana que habremos de encaminar la vida".

Con respecto a esta etapa intenté leer sus últimos libros pero parecen ser mas un mensaje de amor y paz para lectores conservadores que una construcción de pensamiento coherente y además, por momentos es una literal copia de libros anteriores.

En fin, lo dejamos a Sábato por un momento, un hombre de gran valor que supo interpretar al hombre de su tiempo pero que no vió adecuadamente la realidad política latinoamericana. Acá lo respetamos porque, aunque no sea un surrealista puro, entiende de que se trata el movimiento y resulta útil para pensarlo.



2 comentarios:

Marcelo dijo...

el Sábato que leí, Sobre Héroes y Tumbas, El Túnel y no recuerdo qué otro, entre varios ensayos... cuando tenía 18 años, me deslumbró; fue y es un ídolo de la literatura argentina; brindo por él.
saludos

Gabriel dijo...

Sí, un ídolo, no tanto como Alfonsín, pero sí, hay que copar su funeral.

Saludos!